16/02/2023
Hoy es Jueves de Comadres y en Tarija el día ya es una institución, pero no todo fue tan sencillo instaurar la celebración con sus características fue un trabajo de muchas personas. Hubo un tiempo en el que la tradición perdió fuerza y otro en el que renació.
De acuerdo al escritor tarijeño René Aguilera Fierro, en la década de 1980 resurgió la costumbre de compadres y comadres con mucho interés. La tradición volvió a renacer en Tarija, volcándose a los barrios y a las calles, con gran colorido, alegría y simplicidad.
Por el carácter histórico, Aguilera resalta que se debe mencionar que hasta el año 2002, se festejó y se bailó en la plaza “Luis de Fuentes” o plaza Principal. Cuenta que allí frente al kiosco de retretas, se armaba una precaria tarima, donde se instalaban las autoridades ediles y el jurado calificador, los pocos grupos de comadres llegaban por la calle General Trigo.
Según el escritor, las más entusiastas fueron las comadres del barrio El Molino y del barrio San Roque, además de otros grupos que se organizaron circunstancialmente, pues los integrantes no tuvieron la visión de organización por lo que rápidamente se disolvían.
La fiesta se iniciaba en la víspera con los preparativos de tortas, las que se vendían en mercados y calles adyacentes, así comenzó a crecer la instalación de puestos de ventas de canastas de caña, tortas, banderillas, mixturas, serpentinas, confites y frutas. Hasta el año 1997, la entrada de los compadres era sólo en horas de la noche, en los grupos salían danzando sólo los varones, pero a partir de 1998, se efectuó en horas de la mañana y en compañía de sus parejas, de acuerdo a la historia “esto fue todo un éxito”.
De esta manera, a partir del año 2000, la fiesta se realizó en el Campo de los Compadres. Mientras que la fiesta de las comadres, tanto en el día como en la noche, fue un adelanto del Carnaval y luego de la entrada principal se efectuó en casas o locales particulares. Se cuidó siempre de restringir el ingreso de los varones.
De acuerdo a Aguilera Fierro debe destacarse como pioneras al grupo de comadres del barrio El Molino, quienes se organizaron durante el carnaval de 1983 con el objetivo de festejar en familia. Ellas salían a la plaza Uriondo a expresar su algarabía, siendo ésta la primera manifestación pública de la Fiesta de Comadres.
En orden cronológico, le siguen las comadres del barrio San Roque, quienes se organizaron en el año 1986. El último año que se realizó la entrada de Comadres en la Plaza “Luis de Fuentes” fue el año 1999; la tarima fue cambiada por un palco más cómodo y amplio, mismo que se ubicó en la esquina de las calles General Trigo y 15 de Abril.
A partir del año 2001, por disposición edil se optó por realizar la Entrada de Comadres en la Avenida “Víctor Paz Estenssoro”.
La comadre pionera en Tarija, Carmen Julia Vargas Flores, comentaba que la primera reunión fue en la casa de la familia Esper en el barrio El Molino, donde un grupo de amigas decidieron recuperar la tradición que estaba quedando en la historia.
Al festejo se invitaba a participar a todas las mujeres de El Molino, también a aquellas que por diferentes circunstancias habían ido a vivir a otros lugares, “se invitaba a amigas de otros barrios y de esa forma la fiesta se fue haciendo más comunitaria. De esta primera fiesta, hace 32 años, el festejo de las comadres se popularizó en Tarija”.
La organización de las comadres pioneras incluía ciertas reglas, una de ellas era nombrar a un compadre. Sólo un hombre era recibido a compartir en la fiesta. El compadre elegido para participar de la fiesta de las comadres molineñas debía ser el más apreciado. Necesariamente tenía que pertenecer al barrio y no importaba si era rico o pobre, el requisito era el aprecio y ser un amigo querido al que se le entregaba una torta muy grande y se le permitía participar del festejo de las mujeres.
“Cada año los hombres del barrio se portaban bien porque querían ser nombrados compadres”, cuenta y añade que también se pensó en el uniforme, el primero fue un pañuelo, luego el atuendo se acordaba previamente, se trataba de mandiles, chalecos y playeras de color rojo o azul; que casi siempre eran donadas por los compadres designados.
Otra de las reglas era la de “canilla libre”, es decir que no se cobraba como hoy por una cerveza; el bar era libre, “siempre y cuando se acogieran a la norma principal y más importante que era la de tener un buen entrenamiento; pues no se deseaba ver a ninguna persona mareada”, a tal grado que en una ocasión vetaron de por vida a una comadre que se había portado mal.
Ante tal antecedente todas acataban las reglas establecidas. El intercambio de torta era una condición infaltable, “situación que hoy ya no parece ser un requisito en ninguna fiesta actual”, lamenta la comadre pionera que tan aguerridamente se acoge a la tradición y preservación de esta costumbre.
“Así se fue haciendo grande y linda nuestra fiesta”, relató Carmen Julia, emocionada por los gratos recuerdos. Cinco años después de ese primer encuentro de sólo mujeres, las fiestas de las comadres comenzaron a popularizarse y cada barrio realizaba su propio encuentro, para luego salir a bailar a la plaza principal, siempre guiadas por las comadres de El Molino por consideración y respeto al estatus de pioneras.
Hoy en día el Jueves de Comadres está en su esplendor, hay más de 50 grupos. La plaza Luis de Fuentes es el epicentro desde la mañana hasta aproximadamente las cuatro de la tarde, hora en que el festejo continúa en locales o domicilios particulares. En la noche es la gran entrada de comadres, donde participan centenares de hermosas mujeres.
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