Pasos de Libertad: cuando la danza se convirtió en escuela y el escenario en patria

Hay noches que no se olvidan. No por lo grandioso de su escala, sino por lo hondo de su significado. Noches donde el arte se hace lenguaje, el movimiento se vuelve memoria, y el corazón de un colegio late al ritmo de su gente.

Las noches del 25 y 26 de septiembre en el coliseo universitario de la ciudad de Tarija no fueron sólo veladas culturales: fueron una celebración viva del alma, el cuerpo y la historia. Bajo el nombre “Pasos de Libertad”, el colegio San Bernardo desplegó sobre el escenario una verdadera sinfonía de colores, ritmos y emociones que quedarán grabadas en la memoria de todos los presentes.

El festival, que conmemoró los 200 años de independencia de Bolivia, fue un homenaje danzado a la libertad, no sólo como valor patrio, sino como esencia del aprendizaje. En estas dos noches mágicas, alrededor de 40 danzas fueron interpretadas con alegría, fuerza y orgullo por los estudiantes, quienes, curso tras curso, dieron vida a un espectáculo que fusionó el arte con la pedagogía, la tradición con la juventud.

A las 19:00 en punto, cada jornada se encendía con entusiasmo y expectativa. La música tradicional y los trajes típicos pintaban el escenario, mientras las familias llenaban las graderías con rostros expectantes y corazones vibrantes. La danza se volvió una lección viva, y cada paso fue testimonio de meses de preparación, ensayo y pasión.

Una característica única del festival fueron los videos introductorios, proyectados antes de cada presentación. En ellos, los estudiantes narraban breves reseñas sobre el origen, el significado y el contexto cultural de cada danza. De esa forma, el público no sólo observó el movimiento: aprendió, reflexionó y se conectó con las raíces de un país que en su bicentenario sigue apostando por una educación que va más allá del aula.

“Pasos de Libertad no fue simplemente un festival: fue una muestra del modelo educativo del colegio San Bernardo, que cree en el arte como lenguaje formativo, en la cultura como vehículo de pensamiento y en la libertad como derecho esencial del estudiante para expresarse y crecer en todos los escenarios posibles”, explicó la directora general del colegio, Danitza Montaño.

Y como todo gran evento necesita un cierre a la altura, la Promoción 2025 se encargó de cerrar ambas noches con una imponente danza de caporales. Durante 20 intensos minutos, los estudiantes de último año hicieron vibrar el coliseo con fuerza, sincronía y sentimiento. El público, conmovido, entendió que no sólo estaban viendo una coreografía: estaban presenciando una despedida, un homenaje, un mensaje de libertad y gratitud. Era su última danza como estudiantes en este tradicional festival, y la convirtieron en una obra inolvidable.

A eso de las 22:30, cuando las luces se apagaron y el eco de los aplausos aún recorría el coliseo, quedó la sensación de que algo verdadero había sucedido. Que, durante esas horas, la danza fue lenguaje, el escenario fue patria, y la libertad se volvió experiencia compartida.

Porque al final, eso fue “Pasos de Libertad”: una lección danzada, un acto de enseñanza a través del arte, y un recordatorio de que la educación más profunda es aquella que se siente, se baila y se vive.